UC - Críticas
País: España. |
CONFESIONES EN LA CAMA
"Habitación en Roma (Room in Rome)" es la esperada nueva película de Julio Medem ("Lucía y el Sexo", "Los amantes del círculo polar") y se centra en la relación de dos mujeres en una habitación de hotel donde desnudarán sus cuerpos, vidas y almas en un conocimiento mutuo poco común y una historia de amor total, protagonizada por Elena Anaya ("Hierro", "Sólo quiero caminar") y Natasha Yarovenko ("Negro Buenos Aires", "Jóvenes, una huída a ninguna parte"). Su presentación en el Festival de Málaga no fue recibida con demasiado entusiasmo.
Una habitación de hotel en el centro de Roma es el escenario interior en el que dos mujeres jóvenes que se acaban de conocer, se internan juntas en una aventura física que les tocará el alma. Todo transcurre en una noche y en las primeras horas de la mañana de un día del comienzo del verano de 2008, antes de que Roma lance a cada una de ellas al lugar al que pertenecen; por la tarde Alba volará a España, y Natasha a Rusia. La habitación del hotel, que parece haberlas estado esperando siempre con la emoción de la Historia incrustada en sus viejas paredes, sugestiona una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad, con una extraña fuerza que engancha sus miradas apuntando hacia lo desconocido. Nacen sentimientos nuevos que Alba y Natasha aceptan, y al mismo tiempo quitan importancia hablándose con soltura y buen humor. Un pacto natural de ligereza que propicia situaciones tan cómicas como enigmáticas, antes del ataque inesperado de un amor punzante como una flecha lanzada desde lo alto.
Y es que Medem desde el estreno de "La Pelota Vasca" parece inmerso más en la polémica y el morbo que en la creación, anda algo perdido en los últimos tiempos buscando historias que llamen la atención desde su epidermis aunque finalmente estén más vacías de lo esperado en su núcleo. En esta ocasión, vuelve a presentarse majestuoso en la arriesgada puesta en escena, en su consabida poética estética, pero no logra fascinarnos ni sorprendernos como en sus primeras obras.
Es curioso, que pese al reclamo de tener a dos bellas actrices desnudas en la pantalla el 90 % del metraje, la película parece captar más la atención del público femenino que del masculino (de hecho el único personaje masculino hace una aparición breve bastante ridícula). Destaca especialmente el trabajo de Elena Anaya, mientras que Yarovenko se muestra más intermitente, en unos personajes que además de desnudarse físicamente deben hacerlo emocionalmente. Sin embargo, el film se hace largo, algo repetitivo y algunos de sus diálogos recorren peligrosamente la senda existente junto a la pedantería o la cursilería, que sólo la sabiduría cinematográfica de Medem logra remontar a través del logrado aspecto visual pese al excesivo y repetitivo subrayado sonoro de la por otra parte preciosa banda sonora de Jocelyn Pook y el "Loving Strangers" de Russian Red.
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